Monasterio de Nuestra Señora del Risco, construido en el siglo XVI en el lugar de una antigua ermita y junto a un gran peñasco en el que se encuentran interesantes petroglifos.
De su riqueza y monumentalidad sólo queda en pie la torre de si iglesia.
Cercano a las ruinas del convento existe un pequeño abrigo, una oquedad entre grandes rocas, que da acceso a una plataforma sobre la que están grabados unos petroglifos.
Hasta ahora no ha sido posible identificar la época ni el significado.
El petroglifo está compuesto por dos círculos, uno de radio doble que el otro, separados por un triángulo.
El triángulo podría ser representación de un monte y los círculos representación del sol y la luna, interpretación que vendría avalada por estar orientados hacia el llamado Risco del Sol, pico situado al otro lado del Valle Amblés, en la sierra de la Paramera.
Según la tradición, en tiempos de la conquista musulmana los cristianos guardaron en la oquedad una imagen de la Virgen del Risco para que no fuera destruida por los infieles.
La imagen fue encontrada en el siglo XIV y, para venerarla, se construyó una ermita junto al abrigo rocoso en que apareció.
A finales del siglo XV en el lugar donde estaba dicha ermita se construyó un convento de agustinos a quienes cedió los terrenos el señor de Villatoro y Navamorcuende.
El monasterio creció y se enriqueció hasta llegar a tener a mediados del siglo XVIII una cabaña de más de 5.000 ovejas que trashumaban hasta las dehesas de Extremadura.
La iglesia fue renovada a finales del siglo XVII, en 1775 se levantó su magnífica torre y en 1791 se añadieron retablos neoclásicos a las naves del templo.
El monasterio tenía iglesia, claustro, residencia para los monjes, mirador, terrazas para el cultivo, hospedería para peregrinos, establos, almacenes y una buena red de abastecimiento de agua y caminos de acceso.
Su decadencia comenzó en el siglo XIX.
Fue lugar de reunión de guerrilleros durante la Guerra de la Independencia y sufrió los efectos de la ocupación francesa.
A partir de entonces sólo quedaron algunos monjes y en el año 1835 se vio afectado por el decreto de exclaustración de conventos que no tuviesen un mínimo de doce religiosos.
Después sufriría los efectos de la desamortización y se ha ido deteriorando con el tiempo.
Quedan en pie su espléndida torre, el arco de entrada de la antigua iglesia y restos de sus muros.